martes, 24 de julio de 2007

El Polo solicita que candidatos tengan foto en el tarjetón

Que las tarjetas electorales para la elección de gobernadores y alcaldes en octubre tengan la foto de los candidatos, pidió el Polo Democrático Alternativo (PDA), al Registrador Nacional del Estado Civil. “Solicitamos incluir la clara identificación personal de los candidatos y candidatas, consistente en los nombres, apellidos y foto, al lado de los logos de los partidos y movimientos, en las tarjetas electorales para elegir en octubre gobernadores y alcaldes”, sostiene el Secretario del partido, Daniel García-Peña en carta enviada este fin de semana al Registrador Nacional, Juan Carlos Galindo.

García-Peña dijo que no se explica tampoco cómo pueden los ciudadanos identificar, sin equivocarse o tomar más tiempo del previsto, a los candidatos que optaron por el voto preferente, si el tarjetón previsto para ser marcado no registra sus nombres y apellidos.

La publicación de estos nombres en un cuadernillo separado, a juicio del Polo, “no suple la obligación constitucional de incluir el nombre en la tarjeta electoral”. Por estar razones, el PDA le solicitó al Registrador que el tarjetón incluya “por lo menos” el nombre de cada candidato, “así como el número que señala su lugar en la lista con voto preferente presentada por el partido”.

Finalmente solicitó modificar los rangos numéricos asignados para el Concejo de Bogotá los cuales fueron fijados del 35 al 79. Esta escala, según el Secretario General del Polo, “niega al elector elementos para saber la ordenación de la lista que debe ratificar o modificar con su voto”.

1 comentario:

enrique dijo...

LO DE GALÁN

Revisando la dinámica electoral de la ciudad, me he encontrado con el particular caso de Antonio Galán a a alcaldía; caso que los medios omiten por el simple hecho que no va bien en las encuestas, y porque según algunos, está aprovechando el nombre de su hermano y es un político tradicional. Por este otivo tuve una conversación con él, para comprender su visión de ciudad y su posición frente al juego político de la ciudad, y la verdad quedé gratamente sorprendido.

El planteamiento es simple: la ciudad viene en una gran dinámica de políticas públicas de continuidad que no se puede detener ni mucho menos retroceder. Pastrana inauguró el proceso democrático, Castro ordenó administrativamente la ciudad, Mockus entregó la cultura ciudadana, Peñalosa mejoró la movilidad y el mobiliario urbano, y finalmente Garzón insertó aquellos con los que la ciudad había sido indiferente. Cada uno de ellos recogió las políticas públicas del anterior y las continuó, Incluso la corrección de las declaraciones de Garzón en campaña que afirmaba que no continuaría Transmilenio.

Por esto Galán plantea el siguiente paso: que el ciudadano participe.

Ya hay conciencia democrática, base administrativa, cultura ciudadana, mobiliario urbano e inclusión, entonces es el momento que los ciudadanos tomen las decisiones, bajo el marco un direccionamiento claro. Esto tiene sentido, ya que es la línea de
desarrollo propia de una sociedad democráticamente madura.

Entonces Galán ve a la ciudad como un edificio (o copropiedad como prefiere llamarlo). El edificio tiene 6 pisos y 1 sótano. En el primer piso viven cerca de 40 personas, mientras en el sexto tan sólo 4. La seguridad la aporta un grupo de celadores por turnos, y por decisión de la junta administradora y del gerente del edificio, es permitido vender cosas en los corredores. Esta misma junta ha tomado otras decisiones: que la cuota de administración sea proporcional a la capacidad de pago, que los limitados parqueaderos tengan un costo por su uso, que las fiestas sólo sean hasta la 1 de la mañana, que los celadores no se pueden mover de su ubicación, que las zonas comunes se pueden usar con permiso de la administración, que el nuevo ascensor para en alguanos pisos y que las escaleras deben ser usadas bajo normas de convivencia.

Esta analogía de la ciudad le permite explicar una serie de fenómenos de la urbe, como la utilidad de la participación, la defensa colectiva del patrimonio público y el gran problema de la educación: los niños llegan del colegio a las 3 de la tarde y las familias no los pueden recibir, lo que causa que finalmente sea el barrio quien los eduque. Por esto debe ser posible que el barrio sea la base de la sociedad, y que la educación continuada de efectué en este espacio, gracias a la experiencia de los mayores y la presencia del Internet como servicio público.

Desafortunadamente en muchos de los casos las normas han sido definidas por el administrador del edificio sin contar con la
posición de la junta administradora, y sin considerar la opinión de los habitantes, como en el caso de los planes maestros, que definen el rumbo de la ciudad en los próximos 20 años. En vez de convocar a los habitantes a una nueva redacción de los estatutos de la copropiedad por medio un proceso colectivo, que permita mayor presentación y planteamiento de problemas reales.

Igualmente le permite afirmar con tristeza, que la ciudad está abocada a un debate que sólo resuelve 4 de las 24 horas de uso de la ciudad que tiene el bogotano: la movilidad; y que los temas de donde vivir, trabajo, educación, salud, alimentación y seguridad han quedado de lado. Es como si la ciudad estuviera pensando en cambiar el ascensor o poner escaleras eléctricas y hasta poner al ascensorista de administrador de la copropiedad, pero el resto del edificio queda olvidado. Y él esta seguro que el bogotano es más inteligente que eso.

Pero los medios y el sector privado están cayendo en el ya tradicional problema: apoyar a los candidatos más populares y no a
los más preparados. Con esta posición la ciudad ya le negó la oportunidad a personalidades como Jairo Clopatofsky, Carlos Ossa y Eduardo Pizano, quieres hubiesen aportado mucho a la ciudad y habrían logrado nuevas dinámicas, y la ciudad no hubiese tenido que presenciar administraciones como la de Caicedo y la segunda de Mockus, que simplemente no aportaron nada nuevo.

Camilo Herrera Mora